02 de febrero de 2023
Ha transcurrido un año desde aquel momento desconcertante para el pueblo ucraniano y para el resto del mundo, que fue testigo de cómo una gran potencia invadía a un vecino europeo por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial.
La evidencia de las posiciones de los tiranos frente al horroroso conflicto bélico provocado por la invasión rusa son para la posteridad. En Cuba, Díaz-Canel coincidió con Vladimir Putin, para rendir un sentido homenaje y tributo a la imagen de Fidel Castro, una estatua que se inauguró en Moscú.
Asimismo México, aún siendo miembro no permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, titubeó por medio de su presidente, López Obrador, a la hora de asumir una postura clara sobre la invasión, argumentando la no intervención, la autodeterminación de los pueblos y la solucion pacifica de los conflictos.
Y, desde luego, es inevitable no traer a la discusión los casos de los regímenes de Daniel Ortega, en Nicaragua, y de Nicolás Maduro en Venezuela. El primero de ellos, el líder sandinista, llegó a sentenciar a través de un acto oficial, que en el caso de que Ucrania ganase la guerra a Rusia, “el nazismo se impondría en el mundo”. Por supuesto, todo esto evocando que a finales del año 2020 Nicaragua estableció un consulado en Crimea, territorio ucraniano anexado a Rusia.
Por su parte, Venezuela, Cuba y Nicaragua —los principales aliados de Putin en Latinoamérica—, y otros países como México, Perú, Argentina, Colombia, Brasil han comprado armamento ruso, según el informe del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales . Ninguno de ellos ha respondido la solicitud de Estados Unidos de donar el equipo militar ruso a Ucrania, reemplazando a su vez estos, por armamento estadounidense.
¿Qué tienen en común estos países en la actualidad? Gobiernos que siguen las directivas del modelo socialista del siglo XXI.
No es casualidad que varios de estos nuevos gobiernos restablecieron de manera paulatina las relaciones diplomáticas con el régimen chavista de Venezuela o con Fernández, en Argentina; Lula, en Brasil; Petro, en Colombia. De hecho, respecto a este último, fue la ciudad de Caracas la que acogió las negociaciones de pacificación entre el gobierno colombiano y el Ejército de Liberación Nacional, antes de continuar sus conversaciones en México.
Sin duda se trata de un áspero y duro escenario. El periodista Ezra Klein cree que un punto ciego de europeos y estadounidenses —los sudamericanos también podrían estar incluidos en esta categoría— es que piensan que las ideas no importan. Muchos tendemos a pensar que las cosas ocurren por factores estructurales, por incentivos, por cuestiones sólidas, tales como: cuánto petróleo puede producir o cuánto poder de dominación puede alcanzar. Pero, la verdad es que los humanos nos movemos también por ideas, sean ciertas o falsas, buenas o malas. He aquí la envergadura de nuestra misión para promocionar las ideas correctas e intentar revertir el desatino monumental en el que nos hemos convertido.
*Federico N. Fernández es Director Ejecutivo de Somos Innovación (la alianza latinoamericana en favor de la creatividad y la innovación) y CEO de We Are Innovation (la organización hermana de Somos Innovación para Europa). Federico es también Presidente de la Fundación Internacional Bases (Rosario, Argentina) y del Comité Organizador del Congreso Internacional “La Escuela Austríaca de Economía en el Siglo XXI” , que se realiza alternativamente en Europa y América Latina.
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