América Latina tiene el reto de reducir la brecha de desigualdad de sus habitantes. Agustín Etchebarne, director del centro de investigación en políticas públicas Libertad y Progreso, asegura que para poder lograrlo, los gobiernos de la región deben comenzar a darles una orientación más efectiva a sus políticas sociales, encaminándolas hacia mejorar la educación. Participará esta semana del foro ‘Crecimiento y Equidad’ que está siendo organizado por el Colegio de Estudios Superiores en Administración (Cesa) y la Fundación Hernán Echavarría Olózaga, en donde estará, además, el premio nobel de Economía en 2015 Angus Deaton, con quien Etchebarne comparte que en la medida en que los dirigentes se preocupen por mejorar el estado de bienestar de sus poblaciones la desigualdad comenzará a ceder y mostrar mejores resultados.
Es por eso que sostiene que la alimentación y la estimulación temprana son factores determinantes en dicho objetivo. “Los primeros 1.000 días de un bebé son la etapa en la que se desarrollan las conexiones cerebrales, es ahí donde los padres tienen la responsabilidad de estimular a sus hijos porque es el momento en el que el cerebro duplica su tamaño; posteriormente, la educación adecuada hace que se obtengan personas brillantes”.
Sin embargo, aclara que, a diferencia de lo que se ha popularizado en la región, no se trata de asignar recursos a los programas sociales sin velar por que estos se desarrollen de una forma acertada.
“Argentina es el mejor ejemplo de todo lo que no se debe hacer. Aquí para resolver las problemáticas sociales se han diseñado una cantidad enorme de programas que han tenido unos resultados que realmente no contribuyeron a la solución. Los resultados fueron desastrosos”, asegura Etchebarne.
Sostiene que la región se ha visto dividida en dos tipos de regímenes durante los últimos años: Las democracias y los populismos, en donde han desencadenado profundas crisis como las que afrontan hoy Venezuela, Brasil y Argentina, este último con la esperanza de revertir esa situación tras el cambio de Gobierno.
Añade que Chile es un ejemplo a seguir por lo hecho en materia de educación. “Se trata de asignar el presupuesto a lo que en realidad es importante. No se trata de analizar los ingresos de las familias, sino de los hábitos de consumo que estas tienen para poder entender mejor las diferencias que hay”.
Así mismo, habló de los sectores a los que la región les debe apostar para sortear la nueva realidad económica con precios bajos de las materias primas.
“El mundo va hacia una era de cambios profundos donde habrá abundancia de materias primas en el largo plazo; en donde además la energía solar será protagonista y permitirá que por eso mismo la energía sea más barata, pero esto puede tomar dos o tres décadas, lo cual para la historia de un país es poco. Es por eso que se le debe apunta a hacer esa transición para que los recursos puedan ir destinados a la educación, donde todos hablen inglés, porque ese es lenguaje universal, y si se pueden manejar más idiomas, mejor, pero la solución debe ser guiada a la educación”.
Añade que se deben estimular todas las actividades que requieran de imaginación y creatividad, puesto que en el futuro “todos los trabajos mecánicos o repetitivos los harán los robots, pero la creatividad es lo que nos podrá hacer diferentes”.
En síntesis, la reorientación de las políticas sociales hacia la mejora del estado de bienestar de las personas será lo que permita reducir las brechas de desigualdad, ampliando el acceso a educación para que las generaciones futuras tengan una mejor preparación que los haga más competitivas.
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