Archivo

Migración: un problema urgente en la región latinoamericana

19 -oct- 2022
Autor: Relial
miko-guziuk-JxzaDHkcOSo-unsplash (1)

En un encuentro de partidos políticos de la Red Liberal de América Latina celebrado en Santiago, miembros de organizaciones de la región discuten los problemas más urgentes de la región. Uno de ellos, la migración, destaca por su magnitud y urgencia. Lejos de afectar únicamente a quienes dejan su hogar, la migración es un problema que toca cada una de las esquinas del continente.

El éxodo venezolano que hasta ahora ha dejado más de 7 millones de venezolanos fuera del país —cerca de una cuarta parte de la población— ha provocado que las fronteras de los países aledaños se vuelvan cada vez más difíciles de cruzar.

Chile, junto con Colombia, Perú y Estados Unidos, representa un destino para quienes escapan del régimen dictatorial de Nicolás Maduro, que impide a sus habitantes llevar una vida digna, privándolos de derechos políticos, económicos y de expresión. Aunque algunos países aún mantienen políticas de acceso y facilitación de ingreso para refugiados —como la posibilidad de realizar actividades económicas y la aceptación de visas vencidas—, la gravedad de la crisis ha provocado que salir del país se vuelva cada vez más complicado para quienes huyen de la violencia y la pobreza.

Venezuela es solo uno de los varios ejemplos de una verdad difícil de afrontar en un mundo globalizado: los problemas de nuestros vecinos son también nuestros problemas. El autoritarismo del gobierno de Maduro no afecta únicamente a los venezolanos, sino que se ha convertido en una discusión urgente de todos los países que necesitan averiguar qué hacer con la crisis humanitaria que se desarrolla en sus fronteras.

Caso similar es el de Nicaragua, como lo ejemplifica Kitty Monterrey, otra participante, dirigente del partido “Ciudadanos por la Libertad” al cual el régimen de Daniel Ortega quitó la personería jurídica. La política, que ahora vive en Costa Rica, es una de las miles de refugiadas de otro régimen autoritario que ha forzado a 800,00 personas —de un total de 6 millones— a vivir en el exilio.

Ambos casos demuestran que el autoritarismo cobra factura. Recientemente, Estados Unidos anunció que el mayor flujo migratorio ya no proviene del denominado triángulo norte —El Salvador, Guatemala y Honduras—, sino de Venezuela, Cuba y Nicaragua. Debido a ello, el gobierno de Joe Biden se ha visto forzado a desarrollar una nueva política migratoria.


La situación actual de la migración trae consigo una lección valiosa: no podemos cerrar los ojos ante el despotismo solo porque no se manifieste —aún— en nuestros países. A futuro, las políticas de los partidos liberales deben incluir un componente de integración interregional y condena de quienes ejercen o impulsan prácticas  autoritarias en los países vecinos.