Silvia Mercado
Cuando le pregunten por la isla más valiente del mundo ante el autoritarismo, no se equivoque: no es la de los Castro, es la isla de Taiwán. Allí, donde este próximo sábado 13 de enero se celebrarán elecciones presidenciales ante las cuales América Latina debería poner particular atención para no perder de vista un faro democrático que ha demostrado ser referente en materia de derechos humanos, libertades civiles y Estado de derecho.
La República Popular de China está ansiosa, el gobierno de Xi Jinping busca encontrar cualquier oportunidad para intervenir la isla y lograr “la reunificación” y, por supuesto, este periodo fue el momento de acción para entrometerse. Como denunció el actual vicepresidente Taiwanés, Lai Ching-te, y además candidato por el actual partido de gobierno, Partido Progresista Democrático (PPD), la interferencia por parte de China durante esta previa electoral no tiene precedentes. A través de propaganda y noticias falsas, Pekin pretende mostrar estas elecciones como una definición entre “la paz y la guerra”.
Ya a fines de 2023, CALD (The Council of Asian Liberals and Democrats) advirtió sobre estas acusaciones de interferencia en estas próximas elecciones, señalando su preocupación para que se respeten y se protejan los principios democráticos de Taiwán, cabalmente el territorio ícono de la democracia para el mundo.
Es oportuno recordar que Taiwán es uno de los pocos países que pasó de una dictadura a un sistema democrático sólido, hoy el más sólido de Asía. La diferencia con países de América Latina, que se democratizaron más o menos al mismo tiempo, es que Taiwán construyó instituciones más fuertes y despolitizadas, así como un sistema de justicia verdaderamente independiente. Así goza de 30 años ininterrumpidos de elecciones libres y sufragio universal, con significativos avances tecnológicos en materia de gobierno y transparencia digital, además de activa participación ciudadana.
Entonces, ¿son relevantes estos comicios para la geopolítica actual? Son muy importantes. Pero hay que leer con cuidado aquellos medios que se arriesgan a decir, por ejemplo, “que estas elecciones podrían cambiar el mundo”; estos titulares, con el ánimo de inflamar un acontecimiento, lamentablemente terminan restando seriedad al análisis.
Es prudente esperar que Taiwán se mantenga democrática. Es sensato esperar que los resultados no vayan a suponer ningún cambio sustancial. Como dijo la presidente Tsai Ing-wen, en su discurso de octubre de 2023, la isla “no cederá ante la presión” y su pueblo seguirá siendo “libre durante generaciones”.
Por tanto, más allá de todo el trasfondo geopolítico que evidentemente está en juego —China versus Estados Unidos a la expectativa—es esencial que velemos por el modelo de referencia que ofrece Taiwán, sobre todo en un contexto donde más de un tercio de la población mundial vive en países bajo regímenes autoritarios.
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