Siegfried Herzog, Director Regional | Oficina Regional para América Latina
Fundación Friedrich Naumann para la Libertad
El próximo domingo, 23 de febrero, Alemania tendrá sus elecciones parlamentarias. Las elecciones se llevan a cabo de manera anticipada debido al fracaso de la coalición anterior entre los socialdemócratas (SPD), los ambientalistas del partido Los Verdes (Grüne) y los liberales (FDP). La ruptura fue causada por diferencias graves sobre la política económica que el país necesita frente a una recesión económica. Los dos partidos e izquierda querían evitar las reglas constitucionales (y europeas) que limitan el endeudamiento con el fin de financiar más inversiones, subsidios a empresas y apoyos sociales. Los liberales insistieron en que el gobierno debe obedecer las reglas de finanzas públicas, ya que, de lo contrario, ponen en peligro la estabilidad del euro y cargan con un peso mayor a las próximas generaciones, que ya enfrentan contribuciones cada vez más pesadas para financiar los gastos de pensiones y salud que crecen con el envejecimiento de la población.
Este tema sigue siendo un punto de debate en la campaña electoral; sin embargo, no es el asunto más relevante en este momento.
A raíz de varios ataques y matanzas atribuidos a refugiados de Afganistán, Siria y Arabia Saudita, el más reciente ocurrido el 13 de febrero en Múnich, las políticas migratorias se han se han convertido en el tema central.
La gran mayoría de los votantes exige un cambio radical en estas políticas, lo que beneficia al partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD).
Hace dos semanas, por primera vez, los partidos de los Demócratas Cristiano y Liberal propusieron cambios en estas políticas, aunque la AfD votará junto con ellos. Los partidos de izquierda lo consideran una violación del acuerdo de no cooperación con la ultraderecha y han rechazado todo esfuerzo de compromiso entre los partidos democráticos, utilizando el tema como herramienta de movilización.
El último tema es, o debería ser, la política de seguridad: la necesidad de incrementar significativamente el presupuesto militar y de brindar un mayor apoyo a Ucrania, dada la posibilidad de que Trump quiera abandonar Ucrania y llegar a un acuerdo con Putin. Sin embargo, dado que muchos alemanes prefieren ignorar el tema, temen a Rusia o, como los votantes de los partidos de ultraderecha y de ultraizquierda, apoyan a Putin, los demás partidos tienden a evitar el asunto.
Las encuestas pronostican una victoria de los Demócratas Cristianos con aproximadamente el 30% de los votos. La ultraderecha probablemente alcanzará un respaldo cercano al 20%, aunque ningún partido está dispuesto a cooperar con ellos. Los Socialdemócratas y los Verdes obtendrían entre un 13% y un 16% cada uno, La Izquierda rondaría el 6%, y los Liberales se situarían en torno al 5%, el mínimo necesario para obtener representación parlamentaria.
El próximo gobierno, por lo tanto, será liderado por los Demócratas Cristianos, probablemente en coalición con los Socialdemócratas o los Verdes. Si los Liberales logran superar el 5%, podría formarse una coalición entre estos últimos, los Socialdemócratas y los Demócratas Cristianos.
Una coalición donde los Liberales formaran parte del próximo gobierno, favorecería las relaciones entre América Latina y Europa. En contraste, los Verdes suelen adoptar una postura más crítica hacia los acuerdos de libre comercio y demandan estrictos compromisos en materia ambiental, una posición que muchas voces en América Latina, incluido el presidente de Brasil, Lula, interpretan como una forma de neocolonialismo.
Asimismo, los Liberales y los Demócratas Cristianos promoverán una política económica que fomente el intercambio comercial y las inversiones. Alemania, como la economía más grande de la Unión Europea, ejerce una influencia significativa en su política económica internacional. Un gobierno que incluya a los Liberales también se enfocará en reformar las normativas burocráticas y los sistemas de seguridad social, que no son sostenibles ante el cambio demográfico. Estas reformas contribuirán al retorno del crecimiento económico en Alemania y Europa, beneficiando también a América Latina y sus exportaciones.
Finalmente, los Liberales adoptarían una postura más firme frente a las dictaduras de Rusia y China, así como contra los regímenes autoritarios de América Latina, como Cuba, Nicaragua y Venezuela. En contraste, los partidos de izquierda europeos suelen adoptar, con frecuencia, una visión romántica de la izquierda latinoamericana, pasando por alto sus marcadas tendencias autoritarias.
Las elecciones llegan en un momento de turbulencias políticas, militares y económicas en todo el mundo. Alemania, como un país clave en Europa, necesita un gobierno que proporcione una dirección clara, libre de ilusiones ideológicas y con un sentido de prioridades acorde con las exigencias del panorama actual.
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