Agustín Antonetti, joven influencer e invitado destacado del congreso Relial 2022, ha sido señalado por varios regímenes autoritarios como un actor internacional utilizado para desestabilizar países como Cuba, Venezuela y Nicaragua.

No es el único. En los últimos años, los cientos de activistas de redes sociales han puesto en jaque a dictaduras completas a través de una estrategia simple, pero concreta: la difusión de información verdadera que visibiliza el sufrimiento desencadenado por el autoritarismo a través de internet.

¿Por qué sucede esto? ¿Cómo es posible que gobiernos que poseen más dinero, poder y recursos que los activistas se vean tan amenazados por un tuit? La respuesta no es sencilla y se explica mejor mediante la propia experiencia de jóvenes como Antonetti: en 2021, en medio de protestas masivas en Cuba, artistas de la talla de Rosalía, Daddy Yankee y Camila Cabello se unieron mediante el hashtag #SOSCuba para exigir el derecho de libertad de expresión y reunión de los habitantes de la isla.

¿La respuesta? El régimen cubano tuvo que cortar el internet de la isla para parar la expansión de la información, los noticieros afines al régimen acusaron a Antonetti de ser un actor internacional dedicado a desestabilizarlos, y, hoy día, el descontento es uno de los más potentes que se han visto en décadas.

El proceso, desde luego, no inicia ni termina en redes sociales, pero, como el propio Antonetti señaló en el marco del congreso Relial 2022, el papel de las redes sociales es encender una flama. Una vez encendida, los mecanismos digitales y aquellos efectuados fuera de línea deben combinarse con otras estrategias, como las protestas masivas de las mujeres iraníes, para seguir concretando el cambio.

El proceso parece largo y complicado —¡y lo es!—, pero el miedo que provocan las redes en los regímenes dictatoriales son prueba suficiente para cerciorarse de su efectividad y relevancia a la hora de sacudir las mentes de los ciudadanos hartos de las dictaduras.