Además, significa libertad, responsabilidad individual, respeto a los derechos naturales del ser humano y a la propiedad privada. El liberalismo genuino está en perfecta armonía con la doctrina cristiana, no robar y no codiciar los bienes ajenos son mandamientos de la ley de Dios, que afirman la propiedad privada y constituye el fundamento básico del ser liberal.
Como liberal creo en los postulados de la escuela austríaca de economía, capitaneada por Carl Menger y en la que convergieron Ludwig von Mises, Friedrich Von Hayek y muchos otros, quienes analizaron las implicaciones formales de la acción humana y esto se realiza porque la esencia de lo económico está implícita en la acción que el ser humano realiza en un sociedad siempre y cuando sea libre para crear, innovar aportar a la sociedad para lograr prosperidad con responsabilidad y ética.
Soy liberal porque creo en el libre mercado, el Estado de Derecho y en un gobierno limitado, factores básicos para que una sociedad crezca, se desarrolle y los ciudadanos vivan con bienestar y con calidad de vida. Soy liberal y actúo como tal cívicamente, que conoce sus deberes y hace respetar sus derechos, creo en la igualdad de oportunidades ante la ley, y para ello debe haber también independencia y autonomía en los poderes del estado. Como madre he transmitido a mis hijos estos principios, para que sean buenos ciudadanos y obren en función de una mejor sociedad.
Creo, además, en una moneda estable, que me permita tener acceso a una mejor calidad de vida, y no en la inestabilidad que hace difícil planificar, paraliza la inversión, genera desempleo y, lo más grave, entroniza el impuesto más perverso, que nos empobrece a todos: la inflación.
Muchos atacan a quienes defendemos estos principios, utilizando una etiqueta que ni ellos mismos saben lo que significa: neoliberal. Pero, amigo lector, si es usted amante de la libertad; si está comprometido social y ambientalmente con su país; si cree en la democracia y promueve la paz; si está dispuesto a la acción y a la participación; si quiere una República que funcione con la menor intervención posible del Estado; si desea un equilibrio democrático de intereses entre los miembros de la sociedad; si considera que el empleo de la inteligencia, del amor al prójimo y de la capacidad para prevenir el futuro de la política, es más importante que el lobby de los buscadores de rentas; si cree en los objetivos humanos y en que éstos no se encuentran sólo en lo material, sino también y en mayor medida en el ámbito de lo moral, ético y cultural; y si quiere ser responsable y decidir por tanto de sus propios intereses como sea posible, entonces, amigo lector, usted también es liberal.
El liberalismo es la doctrina de la libertad personal. Por eso es insustituible.
Autor: Rocío Guijarro; Gerente de CEDICE Libertad
Foto: CEDICE
Texto: www.cedice.org.ve
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